Carpe diem

El tiempo corre y no espera a nadie. Perdemos nuestro valioso tiempo en simples chorradas que ¿cuánto pueden durar? ¿8-9 horitas?
El tiempo no se puede comprar y tampoco parar. No podemos detener el tiempo en un momento así por así. Pero tampoco desperdiciarlo.
Nos hemos acostumbrado a perderlo por cosas insignificantes pero que a la vez nos tocan. Lo perdemos cuando nos enfadamos con los que queremos en lugar de disfrutar de su compañía, cuando discutimos sin razón en lugar de aceptar el error, cuando lloramos rotos de dolor por personas que solo buscan hacernos daño, cuando somos desconfiados con las personas que nos aprecian por el hecho de estar ciegos a la realidad.
El tiempo no nos espera, es un tren que se coge y no se para por nada ni por nadie. Nos pasamos la vida pensando en que nuestros problemas del hoy son lo peor que nos puede pasar sin saber que lo peor de todo en esta vida es morir sin haber sido feliz dándoles a los demás lo mejor de nosotros, sin haber sonreído cada mañana a alguien, sin haberle dado las gracias a los que lo merecen, sin haber disfrutado de la juventud, sin haber transgredido alguna norma, sin haber reído a carcajadas con los amigos, sin haber hecho alguna locura alguna vez, o simplemente, sin haber dado las gracias por el simple hecho de estar vivos, estar con los nuestros y haber disfrutado del tiempo que la vida nos ha dado para vivir y no de morir en vida.